lengua colgando
que sube y baja
de vez en cuando.

Pirámides que ni aztecas
ni egipcios pudieron crear
y que el día que te festejen
en ruinas vas a mirar.

Una cajita chiquita,
blanca como la cal,
todos la saben abrir,
nadie la sabe cerrar.

Blanco soy como la nieve,
me consiguen de una caña,
aunque soy del otro mundo,
ahora ya, nazco en España.
Voy con mi casa al hombro,
camino sin tener patas,
y voy marcando mi huella

con un hilito de plata.
Tiene famosa memoria,
gran tamaño y dura piel
y la nariz más grandota,
que en el mundo pueda haber.

Estudiante que estudias
a la luz de la luna,
¿qué animal tiene alas
pero no tiene plumas?


dando voces como loca,
me ataron de pies y manos
para quitarme la ropa.
Por aquel camino va

adivínelo el prudente
que el nombre se quedó atrás.
Treinta y dos sillitas blancas

en un viejo comedor
y una vieja parlanchina
que las pisa sin temor.
Unas son redondas,

otras ovaladas,
unas piensan mucho,
otras casi nada.

y es cosa anunciada
que a la derecha algo valgo,
pero a la izquierda nada.

Doy al cielo resplandores
cuando cesa de llover
abanico de colores
que jamás podrás coger.

Caminar es su destino
y yendo de casa en casa,
de su valija de cuero
saca paquetes y cartas.

Cae de una torre
y no se mata,
cae en el río
y se desbarata.

Con unos zapatos grandes
y la cara muy pintada
soy el que hace reír
a toda la chiquillada.

Tocando el silbato
y moviendo los brazos
ordeno y dirijo
los coches del barrio.

Canto en la orilla
vivo en el agua
no soy un pez
ni soy cigarra.

En las manos de las damas
casi siempre estoy metido;
unas veces estirado
y otras veces encogido.

Te lo digo y te repito
y te lo debo avisar
que por más que te lo diga
no lo vas a adivinar.

¿Que ser es el que anda
de mañana a cuatro pies
a mediodía con dos
y por la noche con tres?
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